Jueves
Jueves
Sábado, 19 de agosto de 2023 a las 17: 38
Hoy es sábado, y este blog se llama jueves, reconozco que puede parecer estúpido. Esto tiene un por qué, y obviamente es porque quiero compartir algo que me pasó el jueves.
He estado dos semanas en la playa, en las cuales he estado yendo a una confitería que hay al lado de mi casa para comprarme el desayuno. Solo tenía que girar una esquina, cruzar una calle, pasar por debajo del toldo de un restaurante y seguido de este, ahí se encontraba la confitería. Todas las mañanas compraba un buen cruasán de 1,20€ sumergido en una gran piscina de almíbar. En verdad esto no tiene mucha importancia, lo importante (o al menos para mi) viene a continuación: un día más, iba decidida a por mi cruasán. Giré la esquina, crucé la calle y justo cuando iba a subir el escalón para pasar por debajo del toldo, había un anciano. Lo llamo anciano por su pelo canoso y su rostro que se llenaba de arrugas mientras hablaba, pero no aparentaba mucho más de 60 años. El anciano estaba apoyado en una viga de madera que sostenía el gran trozo de tela que servía para resguardarse del sol, y a su izquierda había otro hombre (no le vi la cara porque iba de espaldas, solo sé que no tenía mucho pelo así que supongo que tendrían la misma edad) sentado en una mesa. Estaban hablando sobre la muerte supongo, en verdad solo escuché una parte de la conversación cuando me acerqué lo suficiente. El anciano, dijo: "Y que sepas que si yo no me quiero morir (aquí empezó a dirigirse a mi) es porque me gusta esta preciosidad de mujer, que es una maravilla". Yo simplemente me puse nerviosa y sonreí, la verdad es que me gustó ese comentario. No escuché el resto de la conversación porque estaba flotando en mi nube de pensamientos. Un comentario tan simple de un desconocido, hizo que mi día (y también los posteriores hasta ahora) dieran un cambio de 360º.
Soy una persona muy insegura, y pienso que nunca me veo bien. Me siento gorda y siento que mi cara es muy gorda, además de que mi nariz es muy grande, mis labios muy pequeños, tengo muchas ojeras... En fin, simplemente mi montaña de inseguridades. Gracias a ese anciano, me sentí guapa durante todo el día. Ese hombre me vio cuando más fea estaba: despeinada, con los ojos hinchados, un pijama horrible y sin sujetador y, obviamente con mis ojeras, mis muchas ojeras. Si le había parecido guapa cuando menos guapa estaba, imagínate si me arreglara. Así pues, me dio igual que me viera gorda en bikini. Me dio igual que estuviera despeinada todo el día. Me dio igual llevar la cara súper morena. Me dio igual mi nariz. Me dio igual mi boca. Me dio igual mi cara gorda. Me dio igual tener muchas ojeras. Llevo desde el jueves pensando en su comentario a cada rato. Cada vez que me siento mal, pienso en el sentimiento que tuve cuando escuché sus palabras. Hoy incluso me he puesto un pantalón corto de malla, ese con el que se me notaba tanto la barriga, y me puse un top apretado que además permitía que se me viera esa línea en el pecho cuando se juntan los pechos. Canalillo se llamaba. Ni siquiera me ha importado llevar el pelo lleno de nudos y suelto como si fuera una cortina, porque encima estaba recién lavado y estaba bufado. Hoy todo me da igual, y aunque me sigo viendo gorda y fea, me da igual. Soy una gorda y fea a la que han piropeado por primera vez en su vida.
Tal vez penséis que ha sido un comentario sin importancia y que el hombre ni siquiera se acordará de mi, pero yo si le doy importancia y espero nunca olvidar ese sentimiento tan bonito que viví. De hecho, lo sigo viviendo tan nítido como cuando le sonreí a aquel anciano. Tal vez las feminazis piensen que es un comentario fuera de lugar sobre todo por la diferencia de edad, pero para mí es lo más bonito que he escuchado nunca y me gustaría recibir algún otro piropo de vez en cuando. Me gustaría seguir sintiéndome bien conmigo misma y seguir aumentando las endorfinas cuando destaquen lo guapa que voy.
Ludiyedi
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